Embriología del aparato genital
El desarrollo del aparato genital comienza con los conductos de
Müller, llamados también paramesonéfricos, que quedan por
fuera de cada mesonefros.
Dichos conductos se prolongan hacia abajo y después describen una curvatura hacia dentro hasta encontrarse y fusionarse en la línea media.
El útero se forma en la unión de los dos conductos de Müller, alrededor de la décima semana. La fusión comienza en la zona media, pero se extiende hacia abajo (en dirección caudal) y arriba (en sentido cefálico).
Al proliferar las células en el segmento superior, una cuña gruesa de tejido genera el útero, con su contorno piriforme distintivo. Al mismo tiempo, la desaparición de las células en el polo inferior forma la primera cavidad uterina.
A medida que se reabsorbe con lentitud la porción superior del tabique cuneiforme, la cavidad uterina asume su forma definitiva en la vigésima semana. En caso de no haber fusión de los dos conductos de Müller, aparecen cuernos uterinos separados.
A diferencia de ello, si no se produce la reabsorción del tejido común entre las dos estructuras, surgen grados diversos de persistencia del tabique uterino.
El extremo distal de los conductos de Müller fusionados establece contacto con el seno urogenital y ello da lugar a la formación de las evaginaciones endodérmicas denominadas bulbos sinovaginales, que proliferan y se fusionan para formar la lámina vaginal que más adelante sufre reabsorción hasta generar el interior o luz de la vagina.
Dicha canalización vaginal se completa por lo regular en la vigésima semana. Sin embargo, el himen es una membrana que separa la luz del seno urogenital; dicha membrana se reabsorbe hasta quedar sólo el anillo himenal.
Dichos conductos se prolongan hacia abajo y después describen una curvatura hacia dentro hasta encontrarse y fusionarse en la línea media.
El útero se forma en la unión de los dos conductos de Müller, alrededor de la décima semana. La fusión comienza en la zona media, pero se extiende hacia abajo (en dirección caudal) y arriba (en sentido cefálico).
Al proliferar las células en el segmento superior, una cuña gruesa de tejido genera el útero, con su contorno piriforme distintivo. Al mismo tiempo, la desaparición de las células en el polo inferior forma la primera cavidad uterina.
A medida que se reabsorbe con lentitud la porción superior del tabique cuneiforme, la cavidad uterina asume su forma definitiva en la vigésima semana. En caso de no haber fusión de los dos conductos de Müller, aparecen cuernos uterinos separados.
A diferencia de ello, si no se produce la reabsorción del tejido común entre las dos estructuras, surgen grados diversos de persistencia del tabique uterino.
El extremo distal de los conductos de Müller fusionados establece contacto con el seno urogenital y ello da lugar a la formación de las evaginaciones endodérmicas denominadas bulbos sinovaginales, que proliferan y se fusionan para formar la lámina vaginal que más adelante sufre reabsorción hasta generar el interior o luz de la vagina.
Dicha canalización vaginal se completa por lo regular en la vigésima semana. Sin embargo, el himen es una membrana que separa la luz del seno urogenital; dicha membrana se reabsorbe hasta quedar sólo el anillo himenal.
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